Hoy es domingo.
Como cada domingo, me despierto por la mañana sin razón alguna. Despierto sola. A las tantas de la mañana, sin ganas de empezar el día. No tengo ganas de desayunar, ni siquiera de desear los buenos días a mis padres. No echan nada en la televisión. Bueno, hoy sí, la película de Tron de 1982, pero ya ha empezado, ¿qué gracia tiene eso?. Miro el móvil. Ni un nuevo mensaje, ni una llamada, ni una interacción en twitter, ni un evento nuevo en Tuenti. Dulce domingo, sí señor.
Me siento en la silla de mi escritorio y enciendo el ordenador. Tarda en arrancar. Coloco un poco los libros de mi mesa, miro el móvil, miro tu última conexión en el WhatsApp y me pregunto qué estarás haciendo ahora. Te deseo los buenos días; tardes si ya te has bebido el bermú del aperitivo. No respondes.
El ordenador ya se ha encendido. Espero a que termine de abrir los mil programas que tengo instalados, de los que más de la mitad no uso y tienen mi disco duro hasta arriba. Miro mi fondo de pantalla de Nueva York y deseo coger un avión en ese momento para perderme en esas calles, en esas azoteas de esos rascacielos que acarician las nubes con sus largas antenas que nadie sabrá para qué servirán.
Entro en twitter y escribo el primer tweet del día:
"Buenos días, ah, no, espera, que es domingo. "Bueeeeeenos díaaaaaaas""
Dejo pasar los minutos cuando empiezo a leer tweets de los demás. Empiezo a no ser la única que ha tachado hoy en su calendario: "17 de Febrero, DOMINGO", y en letra pequeña ponga: "Autodestrucción MODE ON".
Serán las doce y media de la tarde. Tendré que empezar a estudiar, pero alargo el medio día haciendo cualquier cosas menos eso. Mirando twitter, escribiendo cualquier cosa en WhatsApp y, abriendo y cerrando Tuenti cada dos por tres -como siempre-. Pero sobretodo, escuchando música.
La música siempre viene bien cualquier día de la semana, pero los domingos es... primordial, por así decirlo. El problema es... ¿Qué escucho? No se puede escuchar cualquier cosa. No necesitamos alterarnos. Tampoco necesitamos echar más de menos a alguien. Y tampoco queremos sentirnos peor de lo que estamos. Escuchamos algo que siempre nos alegra el día. Algo que nos comprenda y comparta nuestro domingo.
Leo un tweet sobre Amaral, y me inclino por ello. Empiezo a sentirme mejor. A recordar tiempos pasados, por ejemplo cantando Amaral en mi clase de música cuando vivía en Zaragoza. Amaral siempre me ha animado... Me da ganas de salir a la calle con mis mejores cascos e ir cantando sus canciones a voz en grito. Desahogarte así es muy bonito. Pero esto no dura demasiado.
Sigue siendo domingo... y sigo echándote de menos, y no das señales de vida. La música sigue. El reloj ya marca la una y cuarto de la tarde, y mi madre me pide que me duche porque me darán las tres. La línea temporal de mi madre pasa demasiado deprisa.
"Después de comer, estudio". Estudio para distraerme. Para dejar de pensar en ti, de echarte menos. Me dan ganas de apagar el móvil y no saber nada de nadie. Apagar el twitter, para no acordarme de que hoy es Domingo y posiblemente no te vea.
Quiero apagarme yo y no despertarme hasta que no me digas que dónde estoy y si me puedo bajar un rato, que me echas de menos... y tienes ganas de verme. Será entonces cuando pienso que ya puede ser domingo, lunes o el día que sea, que si es contigo... puede durar ese día lo que quiera.